Historias de mineros

La operación se ha consumado, los mineros chilenos han sido rescatados de las entrañas de la tierra, como sostiene la cursilería periodística, y el show ha llegado a su clímax. Materia prima de la mejor calidad para la insaciable industria del entretenimiento, bocatto di cardinale para los medios. En los tiempos que corren cualquier drama puede convertirse, si tiene los ingredientes adecuados, en una narración de tintes épicos, en una “historia de vida” capaz de agarrarnos de las pestañas y dejarnos hipnotizados frente a las pantallas de televisión.

En el mercado global de las tragedias, sin embargo, algunas cotizan más alto que otras y se transforman en un espectáculo colosal, planetario. Esta de los mineros es, qué duda cabe, una de ellas. Mientras discurría el show del rescate y el mundo aguardaba “en vilo” su desenlace, según la extendida fórmula empleada estos días, centenares de personas murieron en Guatemala por las lluvias, miles en Pakistán por las inundaciones e innumerables niños quedaban huérfanos en México a raíz de la llamada guerra contra el narcotráfico. Pero ninguna de ellas logró mantenerse en el top ten de las tragedias por más de un par de días.

En este mismo momento hay casi 2.000 periodistas de todo el mundo en un remoto paraje del norte de Chile, unos 60 por cada minero atrapado en el yacimiento (¿qué otro episodio de los últimos tiempos acaparó semejante atención? ¿el Mundial de Fútbol tal vez?), hay planes de escribir varios libros sobre el accidente y el rescate, el cineasta Rodrigo Ortúzar prepara un largometraje (“Cuando sucedió el accidente de la mina me dije: aquí ya tenemos otra buena historia, imagínense si hay un sobreviviente”), el presidente Sebastián Piñera no quiso que el inicio de su gira por Europa arruinara su plan de salir en la foto del glamoroso instante en el que el primer minero emergería de la tierra. Otro tanto ocurrió con Evo Morales, quien salió en la foto y además le dio empleo y una casa al único boliviano víctima del accidente. Cada uno de los mineros recibió ya diez mil dólares de un excéntrico millonario chileno, esas marcas globales que son el Real Madrid y el Manchester United les invitaron a ver uno de sus partidos, agencias de turismo les pagarán la estadía en islas del Mar Egeo, el Papa les envió un rosario bendecido por él y los jugadores del Barcelona, camisetas bendecidas por Messi y Xavi. No será lo único que recibirán: también están los derechos de autor que cobrarán por las innumerables historias que se narrarán sobre sus periplos y las indemnizaciones de la empresa. Por obra y gracia del show business, estos mineros pobres, miserables algunos, saldrán ricos y famosos de su encierro, y no en un sentido metafórico sino rigurosamente literal.

Claro que para ello deberán, debieron ya, someterse a los códigos del espectáculo y la comunicación. Mario Sepúlveda, uno de los infelices encerrados bajo tierra, ha ejercido de conductor-presentador en los vídeos que se grabaron durante todo este tiempo en la mina. Su éxito como comunicador ha sido de tal calibre que entre muchos profesionales del rescate se da por sentado que el resto de su vida trabajará en canales de televisión. Hubo quienes sugirieron que Sepúlveda relatase el ascenso de sus compañeros en vivo y en directo, lo que hubiera dado, si cabe, más dramatismo y realismo a la operación. Los mineros fueron entrenados acerca de cómo comportarse frente a la prensa y se llegó al extremo de que un especialista impartiera clases de oratoria por videoconferencia desde la superficie. ¿Hacen faltan más pruebas de que el relato de la tragedia se fagocitó a la propia tragedia?

En todo este tiempo los mineros carecieron de muchas cosas, pero nunca de comunicación con el mundo exterior. Las propias familias de los mineros se dieron cuenta de que integrarse en el circuito mediático era el mejor recurso para que las autoridades no cesaran la búsqueda de sus parientes. De modo que no tuvieron inconveniente en ventilar sus pleitos domésticos, la existencia de amantes y los detalles más triviales de sus biografías. Vista su total mediatización, es posible que la peripecia de estos mineros siente precedentes y haga escuela.

¿Pero por qué la novela del rescate de los mineros llama más la atención que episodios y fenómenos que acaso condicionan más nuestras vidas que ella, que no las condicionará en absoluto? No deja de ser una simpleza atribuir ese gusto generalizado por este tipo de historias exclusivamente al arte de la manipulación que supuestamente dominarían los medios. Sospecho que esa disposición de los medios no puede comprenderse si se ignora que hay millones de personas dispuestas a consumir un relato más o menos real, más o menos ficcionado, de dolor, milagros, heroísmo y final feliz. Lo que hoy encandila y encanta al gran público son las historias cuyas características y evolución se parecen a un guión clásico. Y esta de los mineros las tiene. Tiene principio, desarrollo y fin, atravesados por las necesarias tensiones que mantienen el interés de la audiencia; el primer pico emocional fue  el “milagro” de encontrarlos a todos con vida a 700 metros de profundidad, una larga espera, no exenta de conflictos y ansiedades, y la hazaña del rescate, con los héroes correspondientes. ¿Quién puede sustraerse a semejante tensión narrativa? Entre medio, las historias de vida de los personajes secundarios (los familiares de los mineros) cuyos padecimientos y alegrías fueron expuestos sin pudor. Es como un cuento que se va narrando en capítulos, una historia en desarrollo con todos los elementos de la narrativa épica. O como un reality show, pues tenemos un grupo de individuos encerrados, una cámara que los filma y unas imágenes seleccionadas por personas y criterios desconocidos.

Poco importa que esas historias de vida (así se las llama en la jerga periodística) nada tengan que ver con las nuestras y que, a diferencia de otros grandes acontecimientos, en nada vayan a alterarlas. Uno suponía que el interés en un hecho era directamente proporcional al grado en que influía en nuestras condiciones de existencia y al número de personas afectadas por él. Pero deberemos terminar con esa suposición, porque lo propio de esta época es la alteración de los criterios que rigen la dinámica de lo público y lo privado. Ahora puede ser del mayor interés público una experiencia particular, que no puede extrapolarse –por más que, como en este caso, se pretenda sacar lecciones y enseñanzas más o menos generalizables con invocaciones al heroísmo o el esfuerzo– y que hechos que en principio serían de incumbencia colectiva discurran en la mayor de las indiferencias. Aparentemente, una de esas lecciones universalizables frente a la que deberíamos conmovernos sería el heroísmo del que habrían hecho gala estos mineros. Pero estos mineros no son héroes, sino víctimas de la desidia y la explotación ancestral. Sospecho que, de haber estado en sus manos, ninguno de ellos hubiera elegido estar en las circunstancias en las que se encontraron. Debieron maldecir el destino que les tocó en suerte, como hubiera hecho cualquiera de nosotros en parecidas circunstancias. Los héroes están hechos de otra madera. Un héroe es capaz de renunciar a la propia seguridad, de elegir el riesgo, de anteponer el interés colectivo al propio. Pero ya no abundan los héroes en esta época postheroica. ¿Será la nostalgia de otros tiempos la que nos empuja a descubrir héroes incluso donde sólo puede hallarse la fragilidad y la debilidad propias de las criaturas humanas?

Es como si el espacio público consistiera ahora en una suma infinita de historias particulares. Dicho de otra manera, tiende a desaparecer del ámbito público aquello que no debiera (en este caso las causas y responsabilidades de un accidente que mucho tiene que ver con las lamentables condiciones de trabajo que padecían y padecen los mineros en Chile y que apenas han aparecido en los márgenes del relato, por tratarse, sospecho, de un asunto eminentemente político)  y su lugar es ocupado por la mera curiosidad, el escudriñamiento en experiencias íntimas e intransferibles, el puro voyeurismo (una de las advertencias que recibieron los mineros antes del ascenso fue precisamente que serían interrogados por la prensa sobre sus intimidades durante el encierro).

Es posible que esta historia resulte hoy tan seductora precisamente porque ha sido despolitizada, porque no genera conflicto ni obliga a nadie a tomar posición, que es lo propio de la política, porque en este relato hay una sola postura posible, y ella es la de la empatía con las víctimas del accidente. Y de nuevo, llorar, emocionarse, enorgullecerse de ser chileno por la hazaña de sacar a 33 mineros del fondo de la tierra, reacciones que excluyen otras formas de la emoción, como la indignación que eventualmente podría suscitar el hecho de que en el moderno Chile sigan ocurriendo desastres que ya no ocurren en las minas de Alemania, Inglaterra o España.

He aquí una marca de nuestro tiempo: el declive de la política reflexiva, de la oposición de propuestas y su progresivo reemplazo por  la emoción.  Emocionar es el mecanismo por excelencia de la política actual. En estos días en Chile y en el mundo, casi todos estaban emocionados, la emoción los embargó, la emoción fue creciendo, junto al nacionalismo, que a su manera es una forma de emoción, fue emocionante ver a los mineros emerger de la tierra. Al menos hasta que apareció el primero de ellos, porque la emoción y el encanto cayeron en picada cuando el relato terminó de desplegarse con la salida de ese primer minero. El ascenso de los otros 32 resulta más de lo mismo, y se sabe que no hay audiencia que aguante las repeticiones. Eso ya no es nada emocionante. Y ahora, ¡a buscar nuevas emociones!

18 Responses to Historias de mineros

  1. Juana Gris dice:

    Bien Coco! Buenísimo el texto, tal cual. Cabe añadir el sinfín de metáforas del alumbramiento…

    • Daniel dice:

      Perdon por la nota personal Juana Gris, pero alguna relacion con quien hace anios ya supo escribir bajo el seudonimo de ‘Juan Gris’?

  2. Ohh, sí, estimada Juana, quedaron en el tintero las numerosas y previsibles referencias al parto de la tierra, evocado por el presidente Piñera, periodistas y mujeres de mineros. Son poco imaginativas, demasiado anunciadas, pero no por eso dejan de emocionar. El ciudadano contemporàneo es fàcil de conmover.

  3. Mariana dice:

    A todo esto añadir la cuidadosa puesta en escena, donde no faltaron detalles como la túnica blanda de médico en el Ministro de Salud, por ejemplo. Es que estoy 100% segura que la producción televisiva tomó lecciones aprendidas de la transmisión de cualquier reality show.

  4. Ricardo Soca dice:

    Muy buena tu nota, Coco.
    El otro día escuchaba por TV a un señor chileno que se enorgullecía de la solidaridad de la gente, que pagó con sus contribuciones voluntarias el 30% del costo del rescate, con lo que quedó para el Estado sólo el 70%…
    ¿Para el Estado? ¿El rescate no lo paga la compañía minera? Entonces los contribuyentes pagan el 100% de las consecuencias de imprevisión de la compañía!!!!
    Después nos quieren hacer creer que Chile es un estado moderno.

    • Pablo Azzarini dice:

      Estoy de acuerdo por supuesto contigo en todo lo que tiene que ver con el montaje, los premios (ojalá se los pagen de verdad). Tas muy informado y lo agradezco; he tratado de esquivarle el bulto a la retahíla.
      Pero me que dé pensando en lo del héroe, ese que definís con claros atributos. Y hablás de una época antiheroica.
      Pienso que a los héroes los construye la gente, son seres mitológicos. Es una expresión de deseo, de la necesidad de tenerlos Desde la Ilíada hasta ahora. Y por lo tanto la gente y los medios van a seguir construyéndolos.
      Y de ahí me voy a la política, y es cierta la tranformación que llega a ella por la sola existencia de los medios y su maquinaria.
      Pero yo creo que nunca fue mejor. Los registros históricos cosechan las declaraciones de los ilustres, y poco más. También se creaban héroes, para las elites (algún popular siempre cabe y tiene más onda).
      A lo que voy es que ahora sabemos mucho mejor como funcionan las cosas. Estamos en mejores condiciones para hacer política, el asunto es que nos den bola.
      Salú

  5. […] This post was mentioned on Twitter by Mariarosa Pólit, Pablo Garzon. Pablo Garzon said: Historias de Mineros, a propósito de manejo de emociones y medios #meintereso http://is.gd/g0MH2 […]

  6. Gloria dice:

    Bueno, estoy de acuerdo con casi todo.
    Pero… no nos estamos volviendo nosotros demasiado políticos ??

  7. Sergio Villaverde dice:

    El tema circunstancial del circo mediático,o del «reality show» son efímeros. Lo permanente es su propia esencia comunicacional. Mi hipótesis es que todos estos (hoy) mineros- personajes terminarán volviendo a lo que eran, simplemente mineros trabajando en condiciones de por sí infrahumanas. Ya tuvieron «sus 10 minutos de fama» como sabiamente presagiaba Andy Warhol como casi destino de todos y cada uno de los mortales. los mangos que puedan recibir los van a reventar ¡y lo bien que hacen! Justo me encuentro escribiendo una novela cuyo personaje central (basado en un hecho real) que vivió sus «10 minutos de fama» y terminó…bueno, ya se sabe cómo. Buena, Jorge.

  8. Paulina dice:

    Hola Coco! Me encantó leerte! coincido plenamente por supuesto. Quizás les lea algún fragmento a mis alumnos para abrir un debate/reflexión, puedo? un beso palomense grande

  9. Claro que puedes, pero no me hago responsable del impacto que esa lectura pueda tener en las mentes inocentes de esas criaturas.

  10. Daniel dice:

    Y si; cada cual le sacara partido. Los medio son los medios, ya se sabe. Pero no se necesita ser antropólogo o sociólogo para ver como algo interesante el saber como convivieron 33 tipos en una cueva por tanto tiempo. Aprendemos más de nuestra condición humana en momentos de crisis que de normalidad. Héroes o no, no me interesa personalmente; si harán o no plata tampoco. Cómo manejaron los conflictos y qué dicen que aprendieron, si mucho. Y me enteraré por algun medio o por todos. Qué otra hay. Sin ingenuidad, atenti al sindrome del cinismo y de la politizacion contumaz y persistente de cada evento y actividad humana.

  11. Santiago dice:

    Discrepo con Daniel.. al menos con respecto a lo de la politizaciòn contumaz y persistente de cada evento. Este fue un hecho politizable porque no fue un «accidente» con todas las letras. Aquì hay en juego leyes laborales, condiciones de trabajo que no se respetaron. ¿No son asuntos polìticos en el buen sentido? Politizado ya estuvo además desde el primer minuto, desde que los encontraron (y politizado en el peor sentido, en el de tratar de sacaar partido). Si no, ¿qué hacía Piñera de maestro de ceremonias?

  12. slava dice:

    Comparto contigo y con los comentarios que surgen de tu blog. Quería agregar que me repugnó ver a todo el mundo con ese catolicismo cínico, señales de la cruz, rosaritos, estandartes, parecía la Feria de Sevilla en Semana Santa. y Piñeda el peor, percignándose cada 5′
    a la vez que lucía una cara simplista y falluta.
    Tenes razòn, cuantos niños mueren en todo el mundo y nadie se acuerda…
    En lo personal, por otra parte, VIVA CHILE MIERDA.

  13. octavio dice:

    Pero el tipo pudo haber dicho : «que se haga cargo la minera del rescate «, y frente a la palangana lavarse las manos ….y no, no lo hizo. Asumió el riesgo de encontrar 33 cadáveres. ¿Qué hubiera pasado entonces ? Su cuerpo estaría colgando de la plaza de armas de Copiapó
    Todo lo demás es pura cháchara chabacana, chancha, chapucera.

  14. Daniel dice:

    Uno de los angulos de la nota de Jorge fue la pregunta de por que esto atrae tanto la atencion publica. Este es el centro de la cuestion. Si no hubiera atraccion no estarian los medios, ni Piniera (no tengo enie). Y ese es mi interes aca; la cuestion de la atraccion del evento. Pos supuesto hay una fauna oportunista sacando partido y por supuesto el tema es politizable o tiene implicaciones politicas de todo tipo. Pero la razon por la que esto atrae mi interes es que a) es diferente y b) tiene un enorme potencial de aprendizaje. Por supuesto a otros le atren las pequenias historias humanas que al estilo de telenovela tejen los medios. Si esto pasara con frecuencia como los huracanes, las inundaciones, el hambre (que es permanente), no atraeria interes. En su momento le preste atencion a las inundaciones en Pakistan, por supesuto a traves de los medios internacionales que la cubrieron por varias semanas. Pero nadie puede imaginar que uno se quede pegado a una pantalla mirando el mismo drama a no ser que haya un cambio o que se aprenda algo nuevo. A quien le importa, desde el punto de analizar el fenomeno mediatico del evento, si Piniera le saca partido o no, si reza o no. No es interesante; se sabe que todos los politicos haran los mismo; cada uno con su estilo que nos gustara mas o menos. Repito, el interes aca es en la originalidad e infrecuencia del evento y en la posibilidad de aprender algo sobre la naturaleza humana. Obsesionarse con la politizacion oportunista, aunque esta sea cierta, no es interesante. Asi como obsesionarse con los aspectos tragicos tampoco lo es.

  15. Enrius dice:

    Coincido con casi todas las reflexiones que aquí se han volcado acerca del accidente de los mineros chilenos, transformados en héroes a su pesar. En efecto, no son héroes, son víctimas en un accidente y previsiblemente van a seguir siendo víctimas de la voracidad de los medios de difusión que no soltarán la presa hasta que haya rendido todos los beneficios posibles e imaginables;en esta clase de mundo vivimos. Fernando Savater en su libro «La tarea del héroe» propone una definición escueta y ajustada: «Héroe es quien logra ejemplificar con su acción la virtud como fuerza y excelencia». No es mi intención minimizar el comportamiento de unos trabajadores sepultados por la imprevisión y las deficientes condiciones de seguridad de las minas en Chile de las que, aquí en España, se ha dado información aunque dudo que suficiente. Sin embargo lo que al parecer fue una adecuada organización de la vida de los mineros durante su forzado cautiverio bajo tierra, no hace de ellos unos héroes aunque su comportamiento fuera ético de modo que hiciera posible lo necesario, lo cual es ,como ética, cuestión privada referida a sus relaciones personales. Muchos hemos llegado al hartazgo con esta noticia estrujada hasta la última gota y lamentamos que la terrible realidad de que en este planeta globalizado muere un niño de hambre cada segundo, no sea expresada con la suficiente frecuencia.
    Acerca del oportunismo de los políticos y su necesidad de salir en la foto, ya se ha escrito aquí lo necesario.

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